#12 El tecnócrata anciano.
[🖋️] Por mucho que te guste la tecnología tienes que reconocer que hay cosas que no son normales.
Vamos directos al quiz de la cuestión: estamos sufriendo poco a poco una mutación progresiva de la forma en la que vemos la vida. No hablo en sentido figurado, sino en un sentido real de la expresión, en los nuevos “prismas” que nos ponemos a la hora de ver el mundo.
Sí, así empiezan estos artículos. Sin rodeos ni miramientos. Bienvenido a una serie de artículos, de número de entregas indeterminada, en los que vamos a reflexionar juntos sobre diversos temas tecnológicos. Bienvenidos a El tecnócrata anciano.
Ahora dejémonos de introducciones y retomemos de nuevo el artículo, volvamos a “los primas”.
Estos “prismas” que usamos en nuestro día a día, tienen una cosa malísima y es que los estamos asumiendo como nuestros, adaptándonos a ellos y convirtiéndolos en una parte fundamental de nuestras vidas.
Esto no es todo, hay algo peor, algo que nos dice que han llegado para quedarse, algo que nos prevé un futuro más complicado. Se los estamos trasladando a las nuevas generaciones, que no van a ser capaces de ver el mundo si no es a través de estos “prismas”.
Si recientemente has estado en algún tipo de evento multitudinario, ya sea un concierto, un evento deportivo o, simplemente a ver unos fuegos artificiales, si tienes una mente crítica te habrás dado cuenta de un elemento común. Hay algo que se repite como condición sine qua non en todos ellos.
Puede que estes pensando en la masa de personas que están presentes en ellos y no, no lo es. Es lo que hace la masa. Es cómo la masa disfruta del espectáculo. Es cómo las personas que forman esa masa ven el espectáculo. Es el uso masivo de los dispositivos para grabar y, en muchos casos, ver a través de sus pantallas, lo que están viviendo. Es el uso de los “prismas” para ver el mundo.
No estamos presentes, decía un profesor que tenía yo en el colegio cuando estábamos hablando de otra cosa durante sus clases.
Hoy en día es una realidad.
Estarás pensando que exagero, pero te pongo otro ejemplo. Ahora que pero que estamos en época veraniega, es muy común que los pueblos tengan sus fiestas en estas fechas, y te voy a proponer que hagas un ejercicio si vas a alguna de ellas. Fíjate bien, estate presente y fíjate en la gente que acude y cómo actúan.
Te vas a dar cuenta de que la gran mayoría de la gente graba el evento que esta presenciando (la finalidad si os gusta este artículo hablamos de ella en otro) y, lo peor de todo, es que ven el espectáculo que están viviendo a través de la pantalla del dispositivo. Pesa más que el encuadre del vídeo sea bueno que disfrutar de lo que se está viviendo.
No estamos presentes en el momento porque estamos ocupados capturándolo para un futuro que tal vez nunca llegará. Vivimos la experiencia a través de una pantalla en lugar de directamente con nuestros sentidos. Nos hemos convertido en espectadores de nuestra propia vida, viendo los momentos pasar a través de un ”prisma” digital.
Esta obsesión por documentar cada instante, por compartirlo en redes sociales, por buscar la validación inmediata en forma de “me gusta” y comentarios, está cambiando nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos. Nos está llevando a una desconexión progresiva con el presente.
Pero lo más preocupante es el impacto que esta tendencia tiene en las nuevas generaciones. Los niños y adolescentes están creciendo en un mundo donde la validación externa es casi más importante que la experiencia interna. Donde lo que importa no es tanto lo que vives, sino cómo se ve lo que vives para los demás. Están aprendiendo que su valor está ligado a la cantidad de likes que reciben, y que no es suficiente disfrutar de un momento si no puedes compartirlo online.
¡Qué exagerado! Estarás pensando y puede que tengas razón.
Puede que las nuevas generaciones, a las cuales se les sienta en una sillita de bebé y se les otorga una pantalla para que no molesten, cuando sean mayores, sean una masa alienada de lo que dice la pantalla y no se fíen de sus sentidos, ni de lo que dicen sus propios padres.
Aunque no lo creas, estamos en el momento de dejar los “prismas” de lado y volver a disfrutar de las experiencias que vivimos. De olvidarnos el móvil cuando salgamos a la calle. De disfrutar de los momentos sin preocuparnos por fotografiarlos. De estar presentes.
Y hasta aquí la primera entrega de El tecnócrata anciano.
Espero que te haya resultado interesante esta reflexión a la que llevo tiempo dando vueltas y me apetecía compartir contigo.
Me gustaría saber tu opinión al respecto y si piensas que nos estamos desviando de lo que de verdad importa, para centrarnos en compartir para lo demás.
Mientras tanto y hasta que nos volvamos a leer ya sabes: “Donde manda el admin, no manda usuario”
Un abrazo fuerte,
Buenos días, Julio!! Me agrada mucho este nuevo formato para reflexionar sobre el impacto de la tecnología en nuestras vidas... Para los que vivimos en el mundo de TI desde dentro ya sea por interés o cuestiones profesionales, impresiona ver lo enganchados que estamos a nivel de sociedad. Pueden salir temas muy interesantes en esta sección y aquí estaremos leyéndolo! Saludos
Te doy la enhorabuena Julio, una reflexión muy buena e importante en nuestros días, donde nos damos cuenta que ma gente no disfruta del momento, y prefiere subir el contenido a cambio de likes buscando validación. Haces una labor muy importante para que la gente reflexione y pueda llegar a tomar acción
Sigue así que lo estás haciendo muy bien! Tienes un admirador contigo